&ME ENCANTÓ EL BOSQUE DE DOS RIOS CON SU HOUSE EN EL SHOW QUE OFRECIÓ EN MEXICO
- Musical Touch
- hace 4 días
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Actualizado: hace 3 días
&ME fue más que una fiesta, fue un ritual, una ceremonia de armonia y paz, cada uno de los asistentes que llegaban ya sabían que no iban a “ver un simple show”, sino a vivir una experiencia.

Entre los altos árboles, las luces tibias suspendidas entre las ramas y un frío que mordía a menos de 10ºC, la cita con &ME, figura clave del colectivo alemán Keinemusik y uno de los DJs que más resonancia han encontrado con los fans jovenes mexicanos.

Las primeras horas fueron un despertar gradual que nos preparaban para una gran velada, desde sets de ambient y house que envolvieron el bosque en una atmósfera hipnótica. La pista se habitaba con calma: algunos se recostaban sobre el pasto húmedo, otros bailaban mientras exhalaban pequeñas nubes de vapor. No había prisa; el cuerpo poco a poco encontraba su propio ritmo.

Conforme la medianoche llegaba, &ME tomó las tornamesas por sorpresa. Su propuesta musical con este set fluyó con percusiones y producciones magicas, una narrativa sonora paciente, construida en capas largas y transiciones que invitaban al trance. A diferencia de los set cargados de picos de euforia, aquí el clímax era interno, sostenido, casi meditativo.

El bosque se convirtió en un amplificador vivo. Los árboles devolvían las frecuencias, haciendo que el sonido respirara junto al entorno. No había saltos excesivos ni explosiones de energía. La pista se movía como una ola lenta, constante, casi ritual. Algunos miraban al suelo, otros al DJ, otros al vacío. Todos, sin excepción, seguían el mismo pulso.
Las luces reforzaron la escena con tonos ámbar, verde y rojo que se fundían con la naturaleza. Y, por supuesto, la carita feliz característica de &ME apareció iluminada una y otra vez, recordando que el acto no era individual: era colaboración entre artista y público. Muchos reconocían los tracks, elevando la experiencia a un lenguaje compartido sin necesidad de palabras.

Lo que sucedió en Dos Ríos no fue un festival ni un espectáculo multitudinario. Fue algo íntimo, casi ceremonial. El frío no era obstáculo, sino un elemento más del pacto. Cada quien lo asumió como parte del rito: bailar para entrar en calor, bailar para sostenerse en el momento, bailar para recordar por qué vale la pena viajar a un bosque en medio de la noche.
&ME no solo tocó música. Encendió una comunidad temporal bajo el cielo mexiquense.










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